- Por Paula Silva
Hablar de un año difícil en temas de trabajo, ventas, emprendimiento y demás actividades comerciales, es recordar con un sabor agridulce el año del 2020. Tan anhelado veinte veinte, aquel revuelo que todo canal mediático y cultural proclamaba éxito, nuevos proyectos, nuevas metas, nuevos inicios, tal vez hasta con un toque utópico de que ese año 2020 sería el año de todos; y cómo saber que esos pensamientos positivos que la gente del común: familia, parejas, empresarios, estudiantes, viajeros, entre otros cuantos, estarían totalmente paralizados a un tema trágico y fatídico como lo fue el titular más aterrador que en lo personal hasta ahora me ha puesto la piel de gallina, aquel 30 de enero del 2020 declarando así en todos los medios sociales: [URGENTE] La Organización Mundial de la Salud @WHO declara la emergencia internacional por el CORONAVIRUS.
Generó caos, incertidumbre, miedo, zozobra, aquella declaración que hizo en los medios la organización mundial de la salud; es decir, cómo a tan sólo treinta días de iniciar aquel año tan anhelado se podría decretar emergencia global. Era increíble y hasta imposible que ese “virus” que notificaba mortandad en China pudiese llegar a nuestros hogares; sin embargo, quien imaginaria que los 98 casos fuera de China en 18 países serían los culpables de lograr confinar a todo el mundo en un lapso de tiempo tan corto.
Aunque el país del sagrado corazón de Jesús continuaba como si aquí no pasara nada, todo tomo otro rumbo cuando el 7 de marzo los medios confirmaron el primer caso en el país y oficialmente, el Gobierno Nacional declaró que "terminaba la fase de preparación y se activaba la fase de contención del coronavirus en el territorio nacional"
Automáticamente el país se enfrentó al cambio más drástico de todos, se hablaba del primer toque de queda y ahí estaba Paula Silva, tratando de detener mentalmente la programación de la fecha, y ustedes preguntaran ¿Por qué? Tal vez era inhumana mi respuesta, pero sólo quería pasar el 20 de marzo feliz y sin restricción alguna. Así es, era mi cumpleaños, el día más esperado a celebrar, sin embargo, desde que se conoció la noticia en el país del primer caso, se agregó la prenda más olvidada de todas a nuestro closet; tener que colocarme ese tapabocas cada vez que saliera de mi casa, me recordaba una y otra vez que no era un chiste, que era real y que podría afectar a mi bebé de tan sólo 1 año y 8 meses, a mi esposo que día a día salía a trabajar, a mis padres y hermano y demás familiares que podrían ser afectados mortalmente.
Días antes de mi fecha especial, vi cómo mi mamá tuvo que transportar a su casa todos los equipos de trabajo que tenía en la empresa donde labora ¡DE NO OLVIDAR! Toda una empresa de gran trayectoria se trasladaba con material de trabajo y personal a la intimidad de sus hogares para dar inicio a la palabra “menos usada” en Colombia. Bienvenidos a la era del Teletrabajo los pocos que sobrevivieron laboralmente hablando, otros al desempleo y otros a las vacaciones anticipadas y licencias no remuneradas, un caos total.
La derrota de muchos e incertidumbre de otros disparó todo tipo de índices, en el más grave, la salud. Y por fin daban el inicio de una Cuarentena Obligatoria donde prolongaban mes a mes la convivencia 24/7, el teletrabajo, los niños en casa y la canasta familiar con altos y con bajos. Fueron meses difíciles, muy difíciles, donde pensé que no sería tan fuerte, donde lloré muchas noches por frustraciones que me traía el encierro, donde mi cuerpo hablaba y mostraba por medio de infecciones que no estaba del todo bien, pero ¿saben? La resiliencia me enseñó que cada uno a su manera tuvo la capacidad de superar circunstancias traumáticas, perdidas, cosas duras y difíciles; y ver que a pesar de que muchas personas éste virus las arrebato de la noche a la mañana, otras que superaron el virus, los asintomáticos, los que hasta ahora no nos ha dado, seguimos en pie de lucha con la ilusión de que de ésta saldremos juntos, y la nueva normalidad nos enseñará a trabajar y seguir con las normas adecuadas pero lo más importante de todo, a no planear cuadriculadamente nuestra vida, a dar gracias por despertar, por el aliento, por la salud, a valorar lo intangible, lo agotable e inagotable, la vida y la muerte.
Adiós a esta pesadilla y bienvenido a la nueva oportunidad de ser mejores personas, mejores profesionales, mejores hijos, mejores padres, mejores empresarios y con la frente en alto de saber que como ave fénix renaceremos de ésta ceniza y que una “simple vacuna” será el instrumento útil y la herramienta indispensable para dar y construir los pasos del futuro. ¿Piensas igual?...